La trufa necesita oxígeno para respirar, por eso ha de estar conservada en un bote seco esterilizado a 121º al baño María y con un papel secante para que absorba la humedad. Se mete en el refrigeradosr y se va abriendo cinco minutos al día, de modo que se ventile, porque así no generará otros aromas secundarios y durará incluso hasta dos semanas.
Si la trufa tiene daños, quita ese trocito aunque pierdas un poco, para que no se pudra entera.
También se conserva bien liofilizada o deshidratada.
Los productos trufados pueden elaborarse en casa trufando productos grasos como aceites, mantequillas o quesos.
Temperatura: Cuando añadimos láminas de trufa fresca a un plato, debemos esperar a que estén a menos de 65º para que no se pierda el aroma original.
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