Aragón es la región del mundo con mayor superficie dedicada al cultivo de trufa negra. En sus más de 10.000 ha se obtiene el 25% de la producción mundial. La causa: los suelos y el clima, que en ocasiones no sirven para otros cultivos, son perfectos para el desarrollo de este hongo. Desde el prepirineo de Huesca, hasta la sierra de Gúdar Javalambre en Teruel, pasando por el Moncayo en Zaragoza y la ibérica zaragozana y turolense, la trufa se ha convertido en un elemento de desarrollo rural y fijador de población. Alrededor de la trufa giran una serie de actividades económicas como los viveros de planta micorrizada, las empresas de riego, adiestradores de perros para la recolección, empresas de transformación, y un largo etcétera, que han encontrado en Aragón su lugar de desarrollo ideal.
Actualmente la truficultura aragonesa está inmersa en un vertiginoso proceso de tecnificación. La colaboración entre truficultores y científicos ha sido clave para extraer el conocimiento derivado de la experimentación. La producción ha aumentado notablemente y se están estabilizando las fuertes oscilaciones anuales. Así, los mercados cada vez diferencian más la trufa por sus distintas calidades y existe mayor preocupación por la conservación y transformación de este preciado producto, permitiendo que cada vez más valor añadido se quede en nuestro territorio.
Grupo de truficultura del CITA
(Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón)